jueves, 22 de octubre de 2009

Problemática actual en Honduras

Tras una semana de consultas y deliberaciones por parte de los grupos regionales para resolver la crisis política en Honduras, la situación en el país centroamericano sigue siendo incierta. La secretaria de Relaciones Exteriores de México, Patricia Espinosa, anunció el día 4 que se presentará el asunto en el Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU). ZELAYA ABANDONA PRETENSIONES DE REELECCION Y MICHELETTI ANUNCIA RETIRO DE LA OEA El 28 de junio, comandos del ejército hondureño capturaron al presidente Manuel Zelaya en su domicilio y lo expulsaron del país en un avión dirigido a Costa Rica. El Parlamento de Honduras destituyó a Zelaya y eligió al presidente del Congreso, Roberto Micheletti, como nuevo presidente del país, al considerar que Zelaya trataba de organizar una consulta popular con vistas a una reforma constitucional que le abriría el camino hacia la reelección, acción que tanto el Parlamento como el Tribunal Supremo del país habían declarado ilegal. Los organismos regionales latinoamericanos reaccionaron rápidamente ante el golpe de Estado en Honduras y adoptaron una serie de medidas destinadas a poner fin a la crisis política desatada en el país centroamericano. Como resultado de las activas gestiones, Zelaya anunció el 30 de junio que no aspiraría a la reelección presidencial al término de su mandato, el 27 de enero de 2010. Pese a todo esto, Zelaya insiste en regresar al país el domingo. El gobierno interino de Honduras, mientras tanto, mantiene una posición intransigente, y el sábado anunció su retirada de la Organización de Estados Americanos (OEA). El secretario general de la OEA, José Miguel Insulza, dijo que aquéllos que habían vulnerado el orden constitucional en Honduras no tenían ninguna intención de volver a la situación anterior, y advirtió de la gran tensión que existe actualmente en el país centroamericano. DUDAS SOBRE LAS POSIBILIDADES DE RESTITUCION DE ZELAYA Dada la situación política actual en Honduras, continúa siendo una incógnita si Zelaya concretará o no su anunciado plan de regresar al país. Por un lado, el gobierno interino hondureño se enfrenta a una enorme presión de la comunidad internacional, que ha expresado su enérgico y unánime rechazo a la expulsión del presidente constitucional por parte de las fuerzas armadas. Además, el Banco Mundial, el Banco Interamericano de Desarrollo y otros organismos financieros internacionales han adoptado medidas respecto a Honduras, como el congelamiento de la ayuda financiera al país. El gobierno del presidente venezolano Hugo Chávez llegó a anunciar la suspensión del suministro del petróleo a Honduras en protesta contra la destitución ilegal de Zelaya. Países vecinos han anunciado el cierre de sus fronteras con Honduras, suspendiendo de facto el intercambio comercial, medida que ha asestado un fuerte golpe al país en lo económico, comercial, financiero y energético. Estados Unidos, estrecho aliado de Honduras, dispone de una base militar en el país centroamericano y tiene acantonados a muchos efectivos. A raíz del golpe de Estado, el gobierno estadounidense ordenó la suspensión de todo tipo de cooperación militar con Honduras, dejando sin "asistencia militar extranjera" al gobierno interino hondureño. El gobierno interino de Micheletti declaró un toque de queda en el país inmediatamente después de asumir el poder. Además, detuvo a Rodolfo Padilla Sunseri, fiel apoyo de Zelaya y alcalde de la ciudad de San Pedro Sula, capital industrial y económica de Honduras, por cargos de corrupción, con el propósito de evitar conflictos sociales de gran envergadura. Sin embargo, Zelaya, quien aplicaba una política que beneficiaba al estrato social de bajos ingresos, aún cuenta con ciertos apoyos entre ese sector. Sus seguidores y simpatizantes han reaccionado con manifestaciones callejeras, demandando la restitución de Zelaya y desafiando al ejército y a la polícia. El posible enfrentamiento entre los dos bandos conduciría a una situación de inestabilidad y disturbio social el el país. Por otro lado, el regreso del exiliado Zelaya, quien enfrenta cargos de corrupción por parte de órganos legislativos y judiciales hondureños, supondría su detención, razón por la cual se duda sobre la viabilidad del plan de retorno del presidente depuesto. En sus más de tres años de gobierno, Zelaya ha mantenido una confrontación con empresarios, dueños de medios de comunicación, periodistas y políticos, incluso de su mismo partido, el conservador Partido Liberal. Los analistas han señalado que la insistencia de Zelaya por regresar al país para ser restituido en el poder supone el rechazo a todas la resoluciones aprobadas por el Congreso, el Tribunal Supremo, la Fiscalía, el ejército y el gobierno interino desde el 28 de junio. Analizando la posiciones de las dos partes, por el momento no se vislumbra una restitución de Zelaya a corto plazo. Aun en el caso de que el gobierno interino hondureño permitiese el regreso de Zelaya al país, comprometiéndose a garantizar su seguridad personal, Zelaya, que seguramente pretenderá volver al poder, no se contentará con una vida civil y liderará una campaña no violenta o incluso violenta para alcanzar sus objetivos políticos, que supondrá una presión para el gobierno interno. Teniendo en cuenta el estancamiento político en el que se encuentran las dos partes, la solución definitiva de la crisis política en Honduras llevará un tiempo. Los analistas coinciden en señalar que la comunidad internacional no está apoyando a Zelaya en sí ni su pretensión de llevar a cabo una consulta popular que le abra el camino hacia la reelección presidencial, sino el orden constitucional en Honduras. El rechazo de la comunidad internacional tampoco se dirige a la propuesta política de los opositores de Zelaya, sino a los medios radicales que se han utilizado para derrocar al mandatario. El gobierno interino hondureño que encabeza el ex presidente del Congreso Roberto Micheletti ha asegurado que entregará el poder en enero del próximo año al vencedor de las elecciones y que incluso estaría dispuesto a adelantar los comicios para salir de la crisis. Resolver la crisis política en Honduras exige regresar al orden constitucional para que el presidente exiliado y el gobierno interino inicien negociaciones de paz dentro del marco constitucional, a fin de lograr una solución aceptable para las dos partes y evitar una intervención militar internacional y, asimismo, el estallido de una guerra civil en el país. Una solución por medios pacíficos responde a la necesidad de la actual corriente democrática y, para el pueblo hondureño, constituye la mejor salida para poner fin a la crisis política en la nación centroamericana.
La importancia de la integración para hacer frente a la actual crisis económica. La búsqueda de nuevos modelos de desarrollo y en ese contexto el combate a la pobreza, estuvieron en el centro de la ponencia presentada la víspera por José Manuel Zelaya, Presidente de Honduras, en la segunda sesión del XI Encuentro Internacional de Economistas sobre Globalización y Problemas del Desarrollo.
El mandatario hondureño fue el primer orador de la tarde. Tras manifestar que constituía para él un gratísimo honor participar en este evento, refirió que la integración es el camino a seguir hoy.
Nuestras economías —dijo— se encuentran prácticamente asiladas en este contexto del debate internacional de los grupos que monopolizan el comercio, pero integrados, podemos buscar respuestas alternativas.
Recordó que cuando su país decidió incorporarse a la Alternativa Bolivariana para las Américas (ALBA), lo que calificó como "un hecho sin precedentes en Honduras", empezaron a implementarse inmensos programas de cooperación conjunta, que se propusieron erradicar el analfabetismo, la pobreza rural, y el impulso a procesos agrarios para los pequeños productores del campo, entre otros, señaló el dignatario.
Zelaya enfatizó que la crisis ha servido para poner al desnudo las carencias y las fallas del sistema, desvestido sus vicios, y sus adicciones, sus flaquezas y debilidades, y ha golpeado las estructuras de todos los componentes del modelo capitalista. "Comenzó como una especulación financiera en Estados Unidos y al final terminó afectando a los bancos, a las compañías multinacionales y al mundo", añadió.
Acotó asimismo, que pese a la grave crisis, este no es el fin del sistema capitalista, pero que "el capitalismo financiero, especulativo, y la globalización ingobernada, injusta, intolerante están heridos de muerte. Se requiere mucha voluntad política, porque este sistema ha demostrado a través de la historia su perversa capacidad para reproducirse".
De igual manera criticó la gran desconfianza que se ha generado en los mercados, el pánico, la estampida de muchos capitales, así como el aumento del desempleo, el hambre, la pobreza, y mayores formas de desigualdad y dependencia.
Por ello llamó en su intervención —muy ovacionada— a reestructurar el orden económico internacional, con derechos de equidad y justicia.
En ese sentido Zelaya resumió en sus ideas que la globalización debe abrirse fronteras a los espacios de la solidaridad humana; el capital debe estar al servicio del hombre y de la mujer y nunca a la inversa, y la necesidad de nuevas regulaciones y controles en función de nuestros países y no para procesos de dominación política. Antes de concluir pidió saludar de forma muy especial al Gobierno y al pueblo cubanos. "Admiramos y respetamos a Cuba, hemos reconocido su lucha" y condenó "el absurdo bloqueo" que Estados Unidos ha impuesto por casi cinco décadas a la Mayor de las Antillas.

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